jueves, 9 de diciembre de 2010

Mujeres 'afro' víctimas de la violencia ahora son empresarias

Delis Palacios Herrón habla de su pasado como si no fuera el de ella. Siempre se refiere, en tercera persona, a una mujer que tiene su mismo nombre y tuvo que salir de su hogar, con el cuerpo reventado por la explosión de un cilindro bomba que arrojaron las Farc, después de la masacre de Bojayá, en 2002.

"Era una mujer alegre y casada con el padre de su hija, una niña que aún no cumplía los siete años. Todos los días, Delis se levantaba a desayunar bocachico con plátano cocinado y le gustaba tomar agua de panela que hacía con hierbas aromáticas que arrancaba del patio. A la hora del almuerzo salía al monte a buscar carne para comer", cuenta sin dar muestras de duda.

Informe de El Tiempo.com

Conoce perfectamente el pasado de la antigua Delis Palacios y se atreve a asegurar que "ella" tenía tres perros: Negrito, Lucas e Ica, animales que la acompañaban mientras arreglaba la huerta, cuidaba a las gallinas y a los cerdos.

"En ese entonces estudiaba ética y formación religiosa, cursaba tercer semestre y tenía apenas 25 años. Trabajaba con la Junta de Acción Comunal por los derechos de las mujeres y además coordinaba un colegio para que las personas de Bojayá pudieran terminar sus estudios", narra.

Dentro de Delis hay dos mujeres: una con la cara del pasado y la otra con la del presente.

La mujer del pasado aún recuerda el aspecto de los cuerpos mutilados de sus familiares y el pánico que sintió al quedar sin nada: sin dinero, sin trabajo y sin hogar, desplazada en Medellín, una ciudad que la aplastaba.

Pero en el presente aparece ella -la de ahora- junto a otras mujeres que también han sufrido y se reponen con la ayuda del proyecto Cultura como medio de vida: opciones para mujeres afrocolombianas, desarrollado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de su Unidad de Género y Diversidad, en colaboración con el Ministerio de Cultura.

Es una iniciativa que ha asesorado y ayudado a miles de mujeres afrocolombianas en situación de vulnerabilidad y desplazamiento de Quibdó (Chocó), Buenaventura (Valle del Cauca), Guapi y Timbiquí (Cauca).

El plan ha consistido en capacitarlas a través de talleres para que puedan crear empresas con productos gastronómicos y artesanales típicos de cada zona del país.

"Ha habido tres etapas: la primera la realizó el Ministerio de Cultura con capacitación en liderazgo, recuperación de los conocimientos tradicionales y emprendimiento a través de cultura.

En la segunda, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) les dio capital semilla para que desarrollaran parte de sus proyectos, y ahora el BID ayuda a cerrar la fase de construcción de las microempresas que tengan potencial para entrar en un mercado", explicó Adria Natalia Armbrister, Asociada Senior Desarrollo Social, Unidad de Género y Diversidad, del BID.

Las mujeres ya están unificadas: la marca que las identifica a ellas y a sus productos es 'Raíces de tierra y mar'. Ofrecen todo tipo de cosas: cocadas, dulces de guayaba, artesanías, dulce de lulo, manjar de coco, envueltos de plátano maduro, ceviches de pescado, bebidas medicinales y artesanías.

"Una de las cosas más positivas de este proyecto es la relación de hermandad que se ha construido entre todas y la forma como se ha consolidado la red 'Raíces de tierra y mar'. En los talleres que nos han dictado hemos intercambiado saberes y experiencias", cuenta Teófila Betancourt, una de las beneficiarias de Guapi.

Ella asegura que "las mujeres del Pacífico, a pesar de que tienen a los hombres en la casa, tienen que jalar fuerte para poder sacar las cosas adelante. Las mujeres, en muchos de los casos, somos las que cultivamos y sostenemos nuestros hogares".

Delis Palacios está de acuerdo con ella, "La mujer siempre ha asumido y llevado el rol de mamá, de articular y de generar procesos para salir adelante".

Según demuestran varios antecedentes presentados en el proyecto, la cifra de afrodescendientes en situación de desplazamiento en Colombia se ha duplicado cada tres años: en 1997, 40.000; en 2000, 180.000, y en 2009, de los 3'226.442 personas que constituyen la población en situación de desplazamiento en el país, 587.376 pertenecen a comunidades afrodescendientes.

Además de partir hacia las grandes ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, las poblaciones desplazadas se han desplazado a los principales centros urbanos de la región como Quibdó, Guapi, Buenaventura y Tumaco.

El anterior fue el caso de Teófila Betancourt. Ella no fue desplazada por la violencia pero sí por su realidad en una vereda en Guapi que la obligó a salir en busca de nuevas oportunidades.

"Soy una mujer ciento por ciento rural y moverme de mi lugar de origen hacia una ciudad desequilibró mi estabilidad económica y emocional: me tocó salirme de estudiar y ayudarle a mi mamá en el trabajo para poder sostenernos", cuenta Betancourt quien, más tarde, regresó a su pueblo para trabajar con otras mujeres en la reivindicación de la identidad de la costa pacífica.

Ella está convencida de que las mujeres que se crían en las ciudades tienen más posibilidades para estudiar y acceso a información, mientras las rurales son más sumisas, no están preparadas para asumir la viveza de las grandes ciudades.

Actualmente, todas las mujeres participan individualmente dentro de sus organizaciones y el eje rector que las une es 'Raíces de tierra y mar'.

Las redes que existen son: Red Matamba y Guasá, de Timbiquí y Guapi; Red Departamental de Mujeres Chocoanas, de Quibdó; también, la Asociación de Parteras Unidas del Pacífico y Asociación de Desplazados Afrocolombianos, de Buenaventura; la Asociación Dos de Mayo y la Asociación Interétnica de Población Desplazada, de Guapi.

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