sábado, 14 de mayo de 2011

Conflicto interno y arroz con coco. Por: Álvaro Leyva Durán

Bogotá, 13 de Mayo del 2011
Tranquilo, presidente Santos, porque a punta de trinos lo que quieren es asustarlo con el coco. Afortunadamente, el coco termina siendo parte de un delicioso plato cuando se come con arroz.
Si se reconoce el conflicto, nada pasa. Nada cambia.

Álvaro Uribe siempre ha sostenido que en Colombia no hay conflicto armado interno. Y vendió la tesis de que el reconocimiento de un conflicto es un ataque a la seguridad democrática. Pues bien, ese planteamiento es tan tonto como ponerse a discutir la importancia del agua en la navegación. Porque Colombia suscribió unos tratados sobre el Derecho Internacional Humanitario que, les guste o no a algunos, son para cumplir (cuatro tratados de Ginebra de 1949 y sus protocolos I y II).

Los tratados indican claramente cuándo hay conflicto interno y lo hacen para proteger con sus disposiciones a la sociedad civil en momentos de la confrontación, así alguna de las partes enfrentadas recurra a actividades terroristas. Y estas normas tienen tal trascendencia, que ni siquiera pueden ser desconocidas por los Estados que pudieran no haberlas ratificado. A este tipo de disposición el Tratado de Viena sobre los Tratados le da el nombre de jus cojens.


El 23 de agosto del 2006, la Sociedad Suiza de Radiodifusión y Televisión (www.Swissinfo.ch) comunicó al mundo entero como "hecho histórico" universal que los 194 países existentes en ese momento habían firmado los Convenios de Ginebra: "El CICR, con sede en Ginebra, recalca que es la primera vez en la historia moderna que un tratado internacional es firmado por todos los Estados". Así que negar la fuerza de estas normas es como darse contra un muro.

Como si lo anterior fuera poco, Araceli Mangas Martín, autoridad muy reconocida en estas materias y de tiempo atrás catedrática de la Universidad de Salamanca, explica que uno de los problemas más graves en la aplicación de estas normas es la negativa de algunos gobiernos a reconocer la existencia del conflicto armado interno, así sea evidente. Y que esos gobiernos usualmente califican el conjunto de acciones violentas de la confrontación como meros actos de delincuencia común. ¿Suena conocido? Y agrega que, de todos modos, algunas actuaciones de esos gobiernos evidencian que este sí existe. A estos últimos efectos señala como prueba plena la utilización de las fuerzas armadas dentro de las fronteras para combatir a los rebeldes y la adopción del estado de sitio, de excepción o de guerra.

No sobra poner de presente que, en Colombia, las fuerza armadas han combatido en el territorio nacional desde siempre, aunque de la Constitución se desprende que esto solo es posible si media la declaratoria del estado de excepción cuando la perturbación del orden público no pueda ser conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de policía (artículo 213).

Mejor dicho, aquí se dan con creces los requisitos previstos en las normas de los Convenios de Ginebra y resaltados por Mangas Martín para afirmar, sin temor a equívoco alguno, que desde hace años se viene dando un conflicto interno armado. Y mucho más si esa utilización de las fuerzas militares se viene haciendo sin aplicar el presupuesto constitucional que lo permite. Entonces, ¿insistir e insistir e insistir en lo contrario no será hacer el oso?

Por último, a quienes creen que reconocer el conflicto interno es darle gabelas a la guerrilla o concederle un estatus de beligerancia, los invito a estudiar antes de hablar. Miren el último inciso del artículo 3o. común a los cuatro tratados de Ginebra, que tiene fuerza constitucional en Colombia: "La aplicación de las disposiciones precedentes no tendrá efectos sobre el estatuto jurídico de las partes contendientes". Mejor dicho, si se reconoce el conflicto, nada pasa. Nada cambia.

Así que, tranquilo, presidente Santos, porque a punta de trinos lo que quieren es asustarlo con el coco. Afortunadamente para todos y para usted, el coco termina siendo parte de un delicioso plato cuando se come con arroz.

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